El antídoto de la Ira, mal humor y fustración
MyFriend, quiero hablarte de algo que les ha pasado a MyFriends los Búhos Ira y Enfado.
Los dos le han dejado unos libros a su amiga, y está todavía no se los ha devuelto. Esta situación no les gusta para nada. Se sienten molestos porque ha pasado mucho tiempo y ya debería haberlos devuelto. Recuerdan incluso como su amiga les dijo que termino de leerlos e incluso entregó el trabajo para el que los necesito hace ya un tiempo.
Es una situación incómoda y molesta, puesto que han de pedir algo que es suyo a una persona que se lo había prestado por un tiempo determinado, y ella lo sabía. No quieren dejarlo pasar porque son libros importantes para ellos y no quieren perderlos.
Ante esta situación los dos se sienten de mal humor. Este estado de ánimo es muy curioso porque su desencadenante puede ser cualquier circunstancia. Por ejemplo, mi vecino, se pone especialmente de mal humor cada vez que su equipo de futbol pierde aunque por lo general parece estar peleado con la vida; A mi amigo Ira le pone de mal humor no encontrar nunca las cosas en su sitio y a Enfado le pone de mal humor tener hambre y no tener nada preparado para comer y por supuesto, a estos dos últimos, les pone de mal humor que sus amigos no les devuelvan las cosas prestadas.
Me gustaría mostrarte como en todos estos casos, suelen darse tres elementos como denominador común:
1. Expectativas no cumplidas: en ocasiones esperamos que las cosas se sucedan según los parámetros que tenemos marcados. Sobre ideas que nosotros mismos juzgamos como esperables y correctas, esas que marcan el equilibrio de nuestra vida. Por ejemplo, que nuestros amigos no nos devuelvan las cosas prestadas cuando ya no las necesitan o llegar a casa con hambre y no encontrar nada para comer.
2. Negación de la realidad: seguro que conoces a ese tipo de personas que no terminan de asumir determinadas cosas. Cambios, variaciones… caracteres que en cierto modo no acaban de entender el ahora o el presente, y quedan anclados en un momento del pasado donde se sentían más capaces o seguros. Se sienten frustradas y continuamente molestas. Aquí tendríamos el típico ejemplo de cuando nos cancelan el plan que teníamos en mente y nos ponen de mal humor porque ya nos habíamos hecho a la idea y nos cuesta animarnos para cualquier otra alternativa.
3. Exceso de egocentrismo: Se da en esas personalidades que están solo centradas en sí mismas y que no aceptan opiniones, o puntos de vista diferentes al suyo, están irremediablemente condenados a un mal humor continuo. Este es el ejemplo de mi vecino que se niega a aceptar que su equipo perdió y le dura 3 o 4 días y por lo general ningún día parece estar a su gusto y placer.
Observas algún denominador común en estos tres factores?
Efectivamente. En todos ellos hay cierto grado de rigidez y de inconformismo con el momento presente.
Pero te estarás preguntando…. ¿Qué nos enseña el mal humor?
El aspecto positivo es que, tal y como nos apunta Tal Ben-Shahar, doctor de Psicología Positiva en la Universidad de Harvard, el mal humor actúa como una especie de válvula con la cual aliviar la presión a la que en ocasiones, estamos sometidos. Por lo tanto, es un elemento que nos ayuda a nuestra gestión emocional. Puede ayudarnos a mejorar nuestras capacidades para afrontar problemas, una irritabilidad moderada nos pone alerta sobre un mundo que no siempre debe ser como nosotros esperamos. Es una lección que debemos aprender y saber afrontar. Cuando se vuelve negativo es cuando te quedas en él, estanco y rígido.
¿Qué te puede ayudar a regular tu mal humor y no quedarte estancado en él?
1- Deja de afirmar “yo soy así y no voy a cambiar”. El primer paso es aceptar que tienes un trastorno disfuncional que afecta a ti y a los demás, y pide ayuda.
2-No le eches la culpa a tus ancestros. “Mi abuelo era…”, “Cascarrabias como papá…”, o cosas por el estilo lo único que hace es que te auto justifiques. De lo que se trata es que asumas tu total responsabilidad por quien eres, y todos tus comportamientos.
3- Haz un ejercicio en privado. Debes preguntarte y responderte varias veces, en un patrón de continuidad hasta llegar al fondo de la cuestión: “¿Qué es lo que me produce mal humor ahora. Anota la primera y última respuesta de cada vez que lo hagas: será muy revelador.
Pero, para mis amigos el mal humor no ha venido solo, les ha venido solo, puesto que están cansados de tener que pedir siempre lo mismo a sus amigos y que estos no les hagan caso. Les frustra mucho tener que pedir lo suyo a los demás cuando estos “deberían” ser responsables y cumplir con su palabra. Se han topado con la frustración.
Esta emoción es maravillosa. Si, si, has leído bien! La razón es debido a que la #frustración es un estado de ánimo en el que generalmente se produce una negación de la realidad. Es decir, se produce cuando no estamos conformes con lo que estábamos esperando, con la expectativa que habíamos depositado, y eso produce una frustración que puede traducirse en el enojo, el mal humor, que nos hace ver las cosas todavía de forma más negativa.
Cuando más crecemos, vamos aprendiendo que un aspecto inherente a la vida humana y de la independencia emocional es el hecho de asumir la imposibilidad de lograr todo aquello que uno desea y en el momento en que se anhela, el punto clave reside en la capacidad de gestionar y aceptar esta discrepancia entre lo ideal y lo real. ¿Ves ahora como es una emoción maravillosa para nuestro crecimiento interior como seres humanos?
Así, el origen de la problemática no se encuentra en las situaciones externas en sí mismas, sino en la forma en lo afrontamos internamente esa situación.
¿Qué nos enseña la frustración?
Es una emoción muy importante, que juega un papel clave en nuestra adaptación al mundo y nuestra manera de relacionarnos con los demás
1-Nos ayuda a aprender a establecer relaciones sociales más satisfactorias. Si no fuéramos capaces de aceptar un no por respuesta, o quisiéramos siempre que todo fuera según nuestros deseos, ¿quién iba a poder convivir con nosotros?
2-La frustración nos permite respetar y entender los límites que los demás pongan sobre nosotros, pero también a entender por qué nosotros debemos también tener unos límites.
Por ejemplo, si tienes una pareja o un amigo que precisa tu atención constantemente, debe comprender que no puedes estar pendiente de él día y noche. Ese es un límite. Si él no tiene tolerancia a la frustración, no lo querrá respetar y la amistad puede o dañarte a ti o romperse.
Así, tolerar la frustración permite establecer relaciones interpersonales más sanas y respetuosas. También nos mostrará la importancia del sacrificio y la solidaridad para ayudar a los demás, pues nos hace ser más empáticos.
¿Qué te puede ayudar a regular tu frustración?
1-Promueve la paciencia y la tolerancia: No busques la perfección, no existe.
2-Permítete errar: Reconoce tus errores para poder avanzar y afrontar mejor una circunstancia. Pensar que todo nos tiene porque salir bien la primera vez no es realista, no siempre aprendemos a andar en bici a la primera.
3-Piensa en lo que has logrado: Promueve la autoestima saludable e intenta evitar presiones innecesarias. Sé más tolerante y compasivo contigo.
Y todos estos estados de ánimo: mal humor y frustración forma parte de la IRA, una de las emociones básicas y a la vez, de las más comunes y frecuentes, razón por la que encontramos tantísimos matices: rabia, enfado, cólera, rencor, furia, indignación, resentimiento, tensión, agitación, hostilidad, violencia, enojo, celos, envidia, impotencia, rechazo, etc.
¿Cuándo aparece la ira?
Principalmente se desencadena ante situaciones que percibimos como injustas o que atentan contra nuestros valores morales y libertad personal.
De esta manera, si sentimos un control externo sobre nuestro comportamiento, por ejemplo, una imposición, se nos activará la ira. De la misma manera, si por ejemplo vemos que se produce un trato injusto hacia nosotros o hacia personas queridas, o incluso un bloqueo de nuestras metas por parte de otras personas, sentiremos ira.
Y como cualquier emoción nos moverá hacia algo determinado, en este caso, nos mueve a:
Decidir si se puede cambiar la situación. Si se puede, es posible hacerlo, cuando no, enfocarnos en otra meta.
Poner límites a las demás personas.
¿Qué ocurre si no gestionamos bien la ira?
1-Limitamos nuestra capacidad para ser asertivos y acertados.
2-Olvidamos lo que sabemos y no razonamos correctamente. Es decir, tomamos malas decisiones.
3-Bajo ese estado es imposible lograr buenos resultados. Todo lo contrario. En últimas, es como si intentáramos desahogarnos de la ira ahogándonos en ella.
Una de las cosas curiosas de esta emoción es que en la tradición cristiana la ira es uno de los siete pecados capitales, así mismo, en otras religiones (islam, budismo, hinduismo) también se considera como algo a evitar, pero es que incluso la investigación médica ha observado que la ira perjudica la salud. Son muchas las investigaciones que correlacionan estados de irá con problemas cardiovasculares y tensión arterial.
¿Qué te ayuda a regular la ira?
1-Retirarte y contar hasta 1000. Retírate del lugar o corta la comunicación hasta que sientas que la intensidad de esa emoción es más regulable.
2-Deja de lado las palabras como “siempre” o “nunca”: “Es que nunca se preocupa de esto”, “Siempre hace lo mismo”… esto más que ayudarte lo que hace es alimentar el fuego interior.
3- Promover emociones más nutritivas como el enfado o la molestia. Intentar evitar sentir esta emoción es como intentar querer que te crezca otra nariz. Algo no va a dejar de molestarnos o de hacernos daño solo por el hecho de que queramos que no sea así. El enfado o la molestia tienen una intensidad menor y nos permiten expresar nuestras necesidades y límites de manera asertiva sin exigir cambios.
¿Cuál es el remedio más potente para gestionar la rabia o la ira? o dicho de otro modo ¿cómo controlar la ira?
Es curioso como la ira y el miedo son las dos emociones que impulsivamente exigen una respuesta más urgente, ya que en estas dos emociones hay una impaciencia por actuar.
Por lo tanto, pasar de la impaciencia (próxima la ira) a la paciencia (próxima al amor) es un modelo de regulación emocional.
Fijémonos que la impaciencia es un estado emocional que nos viene automáticamente sin buscarlo. En cambio la paciencia es consecuencia de la regulación emocional y se consigue con esfuerzo y determinación.
Cualquier acción de regulación emocional es motivada por una acción consciente y eso es lo que nos ayuda a crecer y a desarrollar nuestra independencia emocional.
Aprender a regular la ira es un factor esencial para el bienestar de la humanidad.
Hasta aquí hemos visto como la regulación de la ira consiste en promover emociones como el la paciencia, respeto, aceptación tolerancia, compasión, solidaridad, perdón, y en definitiva amor.
Así que ya podemos hablar del enfando o enojo, una emoción no tan intensa que también está conectada con la ira y que también nos ayuda a comunicar aquello que no nos gusta, disgusta o nos hace daño.
Aprender con tu emoción es una forma de crecer.
Saber gestionarla es expresarla sin dañarte a ti ni a nadie y transformar la ira, la rabia o el enfado en aprendizaje es sanarte a ti mismo desde tus huellas internas más profundas.
Estoy segura que has podido identificar todas estas emociones en tu interior y conectarlas con tu experiencia personal, estoy segura que solo con esta toma de consciencia ahora afrentaras estas emociones de una manera más sana y constructiva.
Por cierto, es probable que te estés preguntando cómo mis amigos búhos Ira y Enfado resolvieron su problema con los libros prestados.
Te cuento que el Búho Ira se sentía furioso con su amiga, pensando una y otra vez en la injusticia y la poca honradez de ella, y tuvo una actitud pasiva, esperando a que se diera cuenta por sí misma de que le tenía que devolver el libro. Cuando la veía le hacía cara de buenas amigas pero en el fondo no estaba siendo honesta y se sentía mal con ella evitando incluso últimamente los contactos. Hasta que ya llegó día, le dijo todo lo que no le gustaba y molestaba, incluyendo sus acusaciones. Eso les llevo a romper su amistad y a pesar de eso, no recuperó el libro.
El Búho Enfado en cambio, se sintió molesto por la actitud de su amiga, y aunque decidió también comentarle sobre lo que no le gustó comportamiento de su amiga, le hizo sugerencias para solucionar el problema, tratando que se acordara de devolverle el libro. La otra amiga se sintió mal por lo ocurrido y lo que le dijo Enfado, pero entendió sus motivos y a la mañana siguiente le devolvió el libro y reforzaron su amistad.
Aprender con tu emoción es una forma de crecer.
¿De qué te hace tomar consciencia esta situación entre mis amigos búhos?
MyFriend, me encantará que me cuentes en los comentarios 🙂
Clara Vilaseca
Socia de crecimiento y coach financiera Millennial
Para el desarrollo personal y profesional
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